Nuestros cuerpos como Google ....?

Al igual que sucede con el posible cobro por Telefónica (co-propietario de la red de telecomunicaciones española) a Google (el popular sistema de búsqueda vía web), me pregunto si los humanos como propietarios de sus cuerpos deberían cobrar por todo aquello que entra por sus distintos canales de entrada, ya sean ojos, boca, ano, nariz, …



El caso es que es además ahora el momento de reivindicar este impuesto tipo SGAE a quien nos pretenda, puesto que en poco tiempo, si nos descuidamos, nuestros cuerpos serán en parte copropiedad de aquellas empresas que hayan patentado nuestros genes. De hecho, el precedente existe, dado que una fundación de la Universidad de Utah presentó la solicitud de patente en 1995 sobre dos genes y sobre las mutaciones que en ellos habían descubierto, así como sobre las que puedan surgir en el futuro. Tras conseguir su concesión por parte de la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO), las licenció a Myriad Genetics, lo que dio a esta compañía el derecho exclusivo sobre ellos y, lo que es más importante, el monopolio de la investigación, vetando a otros científicos.



Sin embargo, cabe no levantar la voz demasiado, puesto que nos encontramos ante un dilema que se resuelve por sentido común (o egoísmo) a favor de Myriad Genetics y es que gracias a esa patente 1) esa empresa está obligada a publicar la innovación y eso permite que florezcan investigaciones que podrían generar nuevas soluciones para tratar enfermedades en los humanos que llenan de espanto y frustración por la actual sensación de impotencia ante esas enfermedades y 2) la patente de esa empresa puede generar dinero que iría en algun modo a que esa empresa siguiera investigando y aportando nuevos y útiles medicamentos.

Sueñe hoy con lo que le hizo más feliz ayer ...

Boletín FECYT al día  (02 de noviembre de 2009)

Neurociencias: Científicos españoles descubren el mecanismo que origina los sueños


Un equipo multidisciplinar del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) ha descubierto unas ondas del cerebro, hasta ahora desconocidas en humanos, que ayudan a forjar los sueños, al recuperar escenas de la realidad propia de cada persona, lo que puede ser útil frente a patologías en este campo. Leer más

Me sugiere esta noticia hacer una serie de relatos sobre la aplicación de estos avances científicos ... Con este envio, se me ocurre un relato que seria algo así a como sigue ... (y que tendré que limar aun bastante, claro!)...

Sueñe hoy con lo que le hizo más feliz ayer,

... Con ese eslogan comenzó su carrera aquel emprendedor y con un artefacto que por su aparente sencillez hacía recelar a quien lo tenía en sus manos y pensaba probarlo por primera vez.


El caso es que en la última década habían aparecido en los estantes de las tiendas de electrónica una gama de aparatos que habían cosechado poco éxito, como por ejemplo la célebre nariz electrónica, que desgraciadamente, no había servido para ayudar a los entendidos a elegir un buen vino o un perfume ni para detectar a tiempo un incendio o un escape de gas …


El aparato, de todas formas, el soñador electrónico, a todas luces parecía que iba a llevar la misma suerte.

David, un amigo de la familia, que decía que no dormía bien y que soñar soñaba aun menos, no soñaba con nada ni con nadie desde que le dejó su esposa. Simultáneamente, en esa misma fecha le abandonó la facultad del olfato, quizás como resultado de la somatización de aquel nudo gordiano en su vida. Decía David, mientras se instalaba cómodamente en su papel de víctima desconsolada, que ese nudo debía ser gordiano, por el enorme tamaño de su mal humor.


El soñador electrónico funcionaba, por decirlo vulgarmente, con dos velocidades. Por un lado, tenía ya unos cuantos sueños preinstalados y, por otro, contaba con un sistema mediante el cual el aparato grababa los sueños propios y los sumaba a su lista de sueños agradables si tenían “buenas vibraciones”. Nunca mejor dicho, pues la forma en la que trabajaba el aparato era basándose en la detección de unas ondas que según sus inventores eran las ondas PGO (Ponto-Genicular-Occipitales) del tálamo y la corteza cerebral, que son aquellas que ayudan a forjar los sueños.


David no soñaba desde hacía tiempo, y el aparato parecía no funcionar. Sin atender demasiado las instrucciones creyó que habría comprado una superchería. Sin embargo, el manual era claro en cuanto al mejor modo de aprovechamiento y, dado que para su buen funcionamiento había que adecuarse un poco, abrir la mente, relajarse y predisponerse a soñar … alejando todos los malos rollos y obsesiones. En fin, como le dijo mi mujer, siempre tan pragmática, a David, la cuestión era no obsesionarse y no perder la vida en los vericuetos de la autodestrucción, que son capaces de conducirte nada más que a perder el tiempo.


El soñador electrónico difícilmente podría hacer algo contra una ciega voluntad de la víctima en convertirse en el ser el más apenado de los seres humanos sobre la faz de la tierra y contra un tipo obsesionado con la frustración imaginando los jadeos de placer de su ex con otros hombres, en cualquier lecho sobre la tierra.

David, sin embargo, una noche de fin de semana en la que el soñador se quedó encendido bajo su almohada y unas cuantas cervezas negras guiaron ebrios pasos hasta la cama, despertó relajado, mirándose las manos como si aun llevara algo en ellas que echaba en falta … ¿o quizás estaba aun soñando?. En eso estaba, sentado sobre la cama, cuando notó el runrún del soñador electrónico bajo la almohada.


-¡Vaya, .. a ver si al final va a haber funcionado! – pensó mientras lo sacaba con cuidado y movía el botón de power a la posición off.

David llamó ese mismo día por la tarde a casa, nos contó lo sucedido y le recomendamos claramente más birras y más sueños como ese... ¡sin llegar a abandonarse al alcohol, claro esta!.

Ni él mismo se acordaba del sueño que había tenido pero notaba algo raro. Y dado que él no aportaba ningún episodio feliz al soñador electrónico, éste le debía servir siempre los que tenía preinstalados y que, según el manual, eran unos titulados en plan chill out como paseo por el bosque, bailando danzón, volando con Peter Pan, …

(continuará)